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La realidad del invisible

Es con una lucidez implacable sobre las apariencias que Michel Lévy mira la complejidad de la gente. Forjando su propia visión, transcribe los rasgones y las armonías humanas en un gesto mezclado de intransigencia y de elegancia. Compartido, apasionado, oscilante sin cesar entre la sombra y la luz, avanza en su arte consciente de la dificultad en revelar invisible contenido bajo la picota de la realidad. Sus bronces expresan una ambigüedad magnífica construida a la imagen de la naturaleza bajo dos aspectos contrarios.

De sus primeras atracciones hacia la medicina, Michel Lévy guarda un sentido de la observación y un análisis de los cuerpos que favorece su exploración metódica de la palpitación de la realidad. Su ojo se hace escalpelo, recorta las apariencias del sufrimiento, del deseo, de la pena, del placer y de toda la gama de las emociones humanas con la precisión de un cirujano del alma. Sus caras atormentadas testimonian la tragedia del mundo sin perder el rastro de una esperanza indeleble.  La factura de sus obras se trasluce una ebullición sensible intensa entre sueños y al dejar impulsiones instintivas, permitiendo a un fuego sagrado surgir de la magia de la inspiración. A veces próximos magma original, a veces cincelados como ornamentos preciosos, sus bronces resplandecen un oficio, una sensibilidad y una estética fascinantes. Sus personajes desnudados, a la vez por la consistencia de la materia y por la voluntad expresiva sin concesión, transcriben una determinación con trabajar en ósmosis con las fuerzas vivas de una creatividad auténtica.

En el curso de su progresión artística, Michel Lévy se construyó una espiritualidad atípica de acuerdo con sus convicciones interiores que volaban por encima de los conflictos de las creencias. Por una percepción vinculada al alma por motores de la existencia que forma a las criaturas que pueblan sus pensamientos y sus obras.  Los enanos, los lisiados, las aves fantásticas, vírgenes y otras criaturas que dan forma a su mitología personal, evocan las metamorfosis múltiples del inconsciente capaz de revestir las formas más improbables. La odisea escultural de Michel Lévy nos arrastra en los meandros de una aventura que llega a ascender la " altitud justa del alma " tan cara por Antoine de St Exupéry.

 

Por Françoise de Céligny

Artículo aparecido en el Universo de las Artes

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